La
artrosis es una enfermedad articular degenerativa, producida por el
desgaste del cartílago, un tejido que hace de amortiguador
protegiendo los extremos de los huesos y que favorece el movimiento
de la articulación. Esta enfermedad se debe a diversos procesos que
, unidos al envejecimiento, condicionan una alteración y deterioro
progresivos de la función del cartílago, determinando la aparición
de la artrosis.
La
artrosis se caracteriza por la presencia de erosiones y fisuras en la
superficie del cartílago, que progresivamente van incrementándose,
dando lugar a áreas irregulares de cartílago adelgazado y
degenerado, y que en estadios avanzados puede evolucionar hacía la
desaparición total del cartílago.
La
pérdida del cartílago origina cambios en el hueso adyacente al
cartílago articular, que reacciona produciendo deformaciones e
intentos de regeneración. Se desencadenan fenómenos inflamatorios
secundarios, que son muchas veces la causa de que la artrosis
produzca síntomas.
Este
deterioro progresivo del cartílago y del hueso adyacente afecta
negativamente a la biomecánica de la articulación, y se altera por
consiguiente el normal funcionamiento de la misma. En definitiva, los
cambios artrósicos en una articulación se traducen, básicamente,
en dolor y en una disminución en la capacidad del enfermo para
realizar determinadas actividades.
Es
la enfermedad reumática más frecuente, especialmente entre personas
de avanzada edad. Se sabe, por ejemplo, que España la padece un 16
por ciento de la población mayor de 20 años y, de ellos, las tres
cuartas partes son mujeres.
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